Especiales Nacionales

¿Quién paga por el hueco?

Los daños al vehículo producto de la deficiente infraestructura vial se pueden trasladar a la aseguradora, siempre que se haya suscrito la póliza todo-riesgo.

Amparo aprovechó el pago de la prima de mitad de año para armar paseo con sus amigos. Semanas antes de partir por tierra a la Costa Caribe, se reunieron para asignar presupuestos y tareas: tuvieron en cuenta el costo del hotel en el destino, de los peajes, de los combustibles, la vigencia de las licencias de conducción y propiedad, el equipo de carretera, así como las pólizas Soat y voluntaria.

Como es tan exigente el trayecto de Bogotá a Cartagena, pues toma más de 15 horas, decidieron hacer escala en Mompox y pernoctar en esa bella población una noche, cuyo costo también se incluyó, así como el del avío.

Y llegó el día: Amparo y su pareja emprendieron el viaje a las 03:00 de la mañana; unos minutos después recogieron a la otra pareja. Tomaron la carretera 50 hacia el Occidente y disfrutaron tanto de la comodidad de la doble calzada y su buen estado, como del pago electrónico en los peajes habilitados.

Ya en Villeta se armaron de paciencia porque, aún de madrugada, había fila de camiones y buses que hacen de esos 27 kilómetros la antítesis de la eficiencia del transporte por carretera.

Cuando llegaron a Guaduas ya amanecía, luego decidieron parar en un restaurante de borde de carretera a desayunar y, cómo no, estirar piernas.

Al cabo de unos 45 minutos reemprendieron la marcha, cuidando de tomar la carretera 56, justo por la primera salida de la glorieta a las afueras de la cuna de “La Pola”.

Ya en la doble-calzada que surca el cañón del río Negro pudieron aumentar la velocidad y en un abrir y cerrar de ojos abordaron la autopista 45, o la famosa Ruta del Sol.

No habían pasado unos minutos en el valle del Magdalena cuando Amparo comenzó a notar el triste deterioro de la capa asfáltica. Por consiguiente, tuvo que reducir la velocidad hasta que ¡zas! se encontró con un cráter de dimensiones lunares que no pudo eludir.

Fue tal el golpe en las ruedas que los cuatro viajeros sintieron un fuerte estallido y posteriores ruidos y vibraciones que los obligaron a detenerse, con tan buena suerte de que lograron alcanzar la berma.

Al apearse, la escena no pudo ser peor: los dos neumáticos delanteros estallados y sus correspondientes llantas completamente destrozadas, es decir, les tocó llamar grúa.

Afortunadamente la póliza todo-riesgo contemplaba este servicio, que gracias a la cercanía de La Dorada (Caldas), no tardó en llegar junto con un perito avaluador de los daños.

Gracias a la fortaleza de la póliza suscrita, el perito les ofreció pasar la noche en un hotel de la localidad caldense, mientras se disponía un vehículo de reemplazo que podían usar para continuar con el paseo.

Amparo y sus amigos aceptaron la oferta, pero les quedó una duda: ¿qué iba a pasar con el carro estrellado y con los costos de reparación?

Pues el perito les informó que este tipo de siniestros también estaba contemplado en las cláusulas, de manera que a la mayor brevedad el carro se transportaría al concesionario de la marca en Bogotá, luego, por vía telefónica les irían informando los términos de la reparación, cuyos costos también estarían cubiertos.

Se salvó el paseo.

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